María Magdalena (la base legendaria)

De María Magdalena:
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La información sobre María Magdalena en los evangelios canónicos es escasa.
Es citada en relación con cuatro hechos diferentes:
De acuerdo con el
evangelio de Lucas (Lc 8:2), María Magdalena alojó y proveyó materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea. Se añade que anteriormente había sido curada por Jesús: "Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos: María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios [...]".
De acuerdo con los evangelios de
Marcos (Mc 15:45-47), Mateo (Mt 27:55-56) y Juan(Jn 19:25), estuvo presente durante la crucifixión de Jesús.


Así vio Tiziano la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena, según Jn 20:11-18
· En compañía de otras mujeres, fue la primera testigo de la resurrección, según una tradición en la que concuerdan los cuatro evangelios (
Mt 28:1-5, Jn 20:1-2, Mc 16:1-5, Lc 24:1-10). Después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles.
· Según un relato que sólo aparece en el evangelio de Juan, fue testigo de una aparición de Jesús resucitado (
Jn 20:11-18).
Identificación con otros personajes [editar]
Los citados son los únicos pasajes de los
evangelios canónicos en los que se cita a "María de Magdala". La tradición cristiana occidental (católica), sin embargo, aunque sin apoyarse en evidencias textuales de ningún tipo, ha identificado con María Magdalena a otros personajes citados en el Nuevo Testamento:
· La mujer adúltera a la que Jesús salva de la
lapidación, en un episodio que sólo relata el evangelio de Juan (Jn 8:3-11)
· La mujer que unge con perfumes los pies de Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según los
evangelios sinópticos (Lc 7:36-50), Mc 14:3-8,Mt 26:6-13, cuyo nombre no se menciona. Según Marcos y Mateo, sin embargo, la unción tuvo lugar en Betania, "en casa de Simón el leproso", lo que ha llevado a identificar a esta mujer a su vez con María de Betania.
·
María de Betania, hermana de Lázaro, a la que se atribuye en el evangelio de Juan la iniciativa antes mencionada (Jn 12:1-8), y que aparece en otros conocidos pasajes del cuarto evangelio, como la resurrección de Lázaro (Jn 11:20-30). Se identifica también con la María del episodio de la disputa entre Marta y María Lc 10:38-42.
La identidad de María Magdalena como María de Betania y "la mujer quien fue una pecadora" fue establecida en un sermón que el Papa Gregorio dio en el año 591, en el cual dijo: "Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual José llama María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos."
Difundida por los teólogos de los siglos
III y IV, esta teoría gozó de mucha popularidad en el siglo XIX y constituyó un tema frecuente en la iconografía.
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María Magdalena en los evangelios apócrifos:

El evangelio de Pedro sólo menciona a María Magdalena en su papel de testigo de la resurrección de Jesús:
A la mañana del domingo, María la de Magdala, discípula del Señor -atemorizada a causa de los judíos, pues estaban rabiosos de ira, no había hecho en el sepulcro del Señor lo que solían hacer las mujeres por sus muertos queridos-, tomó a sus amigas consigo y vino al sepulcro en que había sido depositado..
[1]
En al menos dos de los textos
gnósticos coptos encontrados en Nag Hammadi, el evangelio de Tomás y el evangelio de Felipe, María Magdalena aparece mencionada como discípula cercana de Jesús, en una relación tan cercana como la de los apóstoles. En el evangelio de Tomás hay dos menciones de Mariham (logia 21 y 114), que, según los estudiosos, hacen referencia a María Magdalena. La segunda mención forma parte de un pasaje enigmático que ha sido objeto de muy variadas interpretaciones:
Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo»..
[2]
En el evangelio de Felipe (log. 32) es considerada la compañera (κοινωνος) de Jesús:
Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera [κοινωνος]. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera..
[3]
No todos los estudiosos, sin embargo, están de acuerdo en que los evangelios de Tomás y de Felipe se refieran a María Magdalena. Para Stephen J. Shoemaker se trataría más bien de una referencia a la madre de Jesús.
Por último, otra importante referencia al personaje se encuentra en el
evangelio de María Magdalena, texto del que se conservan sólo dos fragmentos griegos del siglo III y otro, más extenso, en copto, del siglo V. En el texto, tres apóstoles discuten acerca del testimonio de María Magdalena sobre Jesús. Andrés y Pedro desconfían de su testimonio, y es Leví (el apóstol Mateo) quien defiende a María.
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Mientras que el cristianismo oriental honra especialmente a María Magdalena por su cercanía a Jesús, considerándola "igual a los apóstoles", en Occidente se desarrolló, basándose en su identificación con otras mujeres de los evangelios (véase más arriba) la idea de que antes de conocer a Jesús se había dedicado a la prostitución.
Esta idea nace, en primer lugar, de la identificación de María con la pecadora de
Lc 7:36-50, de quien se dice únicamente que era pecadora y que amó mucho; en segundo lugar, de la referencia en Lc 8:2, donde se dice, esta vez refiriéndose claramente a María Magdalena, que de ella "habían salido siete demonios". Como puede verse, nada en estos pasajes evangélicos permite concluir que María Magdalena se dedicase a la prostitución.
No se sabe con exactitud cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con
María de Betania y la mujer de Lc 7:36-50, pero ya en una homilía del papa Gregorio Magno (muerto en 591) se expresa inequívocamente la identidad de estas tres mujeres, y se muestra a María Magdalena como prostituta arrepentida. Por eso la leyenda posterior hace que pase el resto de su vida en una cueva en el desierto, haciendo penitencia y mortificando su carne, y son frecuentes en el arte occidental las representaciones de "Magdalena penitente".
La imagen de María Magdalena como penitente también puede ser confundida gracias a la tradición de María Egipcíaca, santa del s. V, quien según La vida de los Santos de Jacobo de la Voragine, se había dedicado a la prostitución y se retiró al desierto a expiar sus culpas. Es común ver representaciones de
María Egipcíaca, con los cabellos largos que cubren su cuerpo o envuelta con carrizos, símbolos de su penitencia en el desierto. Estos atributos en ocasiones acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas santas.
En la tradición católica, por lo tanto, María Magdalena pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su indudable importancia en la tradición evangélica. El relegamiento que sufrió María Magdalena ha sido relacionado por algunos autores con la situación subordinada de la mujer en la Iglesia. A esta opinión oponen algunos teólogos católicos la especial consideración que guarda la Iglesia para con
Santa María, madre de Jesús, venerada con hiperdulía, en tanto que los apóstoles y los otros santos son venerados con dulía.
En 1969, la Iglesia Católica retiró del calendario litúrgico el apelativo de "penitente" adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; así mismo, desde esa fecha dejaron de emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del evangelio de Lucas (
Lc 7:36-50) acerca de la mujer pecadora. Desde entonces, la Iglesia Católica ha dejado de considerar a Maria Magdalena una prostituta arrepentida. Sin embargo, esta visión continúa siendo la predominante para muchos católicos.

1 comentarios:

Carnets dijo...

Hitos de una historia: Bónsai de Alejandro Zambra.

-un joven y una joven de pronto empiezan ceden a la posibilidad de vincularse sexualmente. Reinciden. Hablan de libros. Se mienten recíprocamente. Leen juntos. Comienzan a presentir el alejamiento. Dejan el libro que juntos leían. Se alejan.
-Alejados, él -tal como el personaje de un relato que leyó con ella- comienza a hacer un bónsai.
-Estudia cómo hacer un bónsai y se dedica a eso. Cuidar un bónsai es como escribir, dice.
-Ella se suicida lejos.
-él conoce la noticia pasado ya tiempo, lejos de la tumba de ella.
-tras saber la noticia, él se queda dando vueltas dentro de un taxi, sin dirección hasta que gaste todo su dinero.

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