Prospectos

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En el texto se presentan diez inicios de novela.
Diferentes sucesos: durante una noche, en una misma atmósfera (punto de partida, regla de juego).

7 comentarios:

Carnets dijo...

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En 1935.En medio de una larga guerra entre eslavos y albaneses.
Dos especialistas en Grecia antigua, ambos extranjeros, creen que en Albania se hallan los últimos rapsodas de la tradicción homérica. Viajan con un inmenso magnetófono. El director de seguridad nacional en Albania -el sub-prefecto- decide vigilarlos al creerlos espías.
Encarga la misión a un agente con pretensiones literarias, cuyos informes serán discursos rabelaisianos llenos de declaraciones cursis y situaciones hilarantes y grotescas. El agente no entiende el idioma de los albaneses.

Hay una relación fogosa de pasión entre el mensajero del agente y la esposa del sub-prefecto, quien parodia a Madame Bovary a Ana Karenina. Los helenistas parodian a Bouvard y Pécuchet. Un informe sobre los ciegos se burla de textos de Homero, Sófocles, Milton, Borges y Sábato.

Carnets dijo...

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Un inglés sarcástico narra su estadía en Provenza y las actitudes de sus habitantes (provenzales). Sobre todo relata su simpleza de puercos e idiotas refinados (en materia de sexualidad y cocina).

Carnets dijo...

Un tipo describe 70 libros que jamás soportó leer, el por qué le resultan insoportables, sus deseos para los autores, y reescribe -como reseña o resumen- un hipotético, terrible e hilarante futuro de los autores (en la actualidad, x se dedica a...).

Carnets dijo...

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99 modos de redactar una misma anécdota.
Se escribe de un tipo.
Un tipo pusilánime discute con otro dentro de un autobús, se baja; luego se observa que un tercero le recomienda agregar un botón a su abrigo.

Carnets dijo...

Un programador informático francés, escéptico, desastroso y desesperanzado. Un tipo feo, torpe y ferozmente sarcástico que intenta seducir mujeres a fin de llevárselas a la cama. Confiesa ser "virgen" a los 28 años, se inquieta hasta la manía. Visita cines porno, execra mujeres psicoanalizadas (infames, delirantes de egoísmo, ineptas para cualquier forma de amor, triunfo de los mezquinos monstruos del análisis).
Estilo seco, entre contradictorio y paródico (del 68 francés, del amor loco, del liberalismo capitalista, de las mentiras en las construcciones psicologistas). La toma con los grandes caballitos de batalla de moda en Francia (psicoanálisis, cine, mujeres chic, sexo, mayo del 68, la lengua y la apertura a la globalización y la protección de los inmigrantes).

Carnets dijo...

El guardián entre el centeno (The Catcher in the Rye), es una novela de J. D. Salinger. Al publicarse en 1951 en los Estados Unidos, la novela provocó numerosas controversias por su lenguaje provocador y por retratar sin tapujos la sexualidad y la ansiedad adolescentes. Es considerado por numerosos expertos como uno de los libros más importantes del siglo XX.

Su protagonista, Holden Caulfield, se ha convertido en un icono del resentimiento adolescente. Escrito en primera persona, El guardián entre el centeno relata las experiencias de Holden en la ciudad de Nueva York, después de ser expulsado de Pencey Prep, su escuela secundaria.

El título del libro hace referencia a un poema que se explica en el propio libro, que trata sobre un “guardián entre el centeno” que evita que “los niños caigan en el precipicio”.

Recuerdo a Salinger, el homenaje a los niños que aún no han caído.
El guardián entre el centeno.

Escrito en primera persona, El guardián entre el centeno cuenta las experiencias de Holden Caulfield (el joven protagonista) en Nueva York, en los días siguientes a su expulsión de su internado “Pencey”. A medida que Holden narra su historia, se evidencia que se encuentra en un hospital psiquiátrico aunque no lo demuestra claramente.

Holden está a punto de ser expulsado de “Pencey” (el cuarto colegio al que va) por lo que decide despedirse de su profesor de historia, el Sr. Spencer. Este le reprocha su bajo rendimiento escolar, cosa que molesta a Caulfield. Regresa a su cuarto en “Pencey” en donde se entera que su compañero de cuarto, Stradlater va a salir con una chica llamada Jane Gallagher; de ella Holden se hizo amigo en unas vacaciones en Maine. Esto incomoda a Holden, debido a que sabe que Stradlater es uno de los pocos alumnos del colegio que tiene relaciones sexuales de verdad. También siente rechazo hacia el chico de la habitación de al lado, Ackley, descrito por Holden como poco higiénico y molesto.

Cuando Stradlater regresa tarde de su cita, Caulfield lo interroga respecto a lo que hicieron. Como su compañero se niega, Holden sospecha que tuvo sexo con Jane por lo que furioso lo golpea. Stralater le da una paliza y lo deja con la nariz sangrando.

Holden harto de todo decide irse unos días antes del día oficial de la expulsión para pasar el fin de semana de incógnito en Nueva York. Toma un tren y en él se encuentra con la madre de un compañero del colegio, a la que le cuenta mentiras acerca del buen comportamiento del muchacho.

Una vez en Nueva York, Holden se aloja en un hotel, desde donde llama a una mujer llamada Faith Cavendish, que trabajaba de bailarina de striptease. Al no poder convencerla para que salga con él, Holden baja al salón de baile en donde danza con un grupo de turistas.

Después de salir del salón, Holden empieza a recordar las vacaciones que pasó con Jane, cosa que lo pone melancólico. Decide ir a un club de jazz llamado Ernie; allí encuentra a Lillian Simmons antigua novia de su hermano que lo invita a tomar unas copas. Para no estar con ella pone una excusa y regresa al hotel.

En el ascensor del edificio se encuentra con Maurice, ascensorista y proxeneta que le ofrece sus servicios. Holden acepta y se va a su cuarto, donde espera a la prostituta. Cuando llega se presenta como Sunny y trata de tener sexo con Holden, pero éste se acobarda y le paga los cinco dólares que costaba el servicio. Sunny reclama diez dólares, pero Holden dice que Maurice le dijo cinco dólares como pago. La prostituta se va y regresa con Maurice, él le da una paliza a Holden y se lleva los cinco dólares restantes.

Holden se va a dormir y despierta la mañana siguiente. Llama a Sally Hayes y ambos se ponen de acuerdo para salir y ver una obra de teatro. Luego de salir del teatro se van a tomar algo en un café. Allí, Holden trata de explicarle a Sally por qué odia a todo el mundo y no se siente cómodo en ninguna parte.

Luego de una discusión con Sally, Holden llama a Carl Luce, un antiguo compañero de clases que ahora esta en la universidad. Se reúnen y toman algo en un bar. Carl le sugiere a Holden que se psicoanalice. Después de conversar con Holden acerca de sexo, Carl comienza a sentirse molesto y se va poniendo una excusa. Luego de despedirse de Luce, Holden decide ir a la casa de sus padres cuando estos duermen para poder ver a su hermana de diez años Phoebe. Esta le reprocha que no le guste nada y que no sepa qué quiere ser de mayor, a lo que Holden responde que lo que le gustaría es estar en un campo de centeno al borde de un precipicio. En el campo hay miles de niños jugando y él evita que ellos caigan en el abismo. Él seria el guardián entre el centeno.

Holden pasa la noche en casa de un antiguo profesor de literatura, el Sr. Antolini. Este lo consuela y le ofrece su sillón para que duerma allí. Holden en mitad de la noche siente sobre su cabeza una mano por lo que se despierta y descubre al Sr. Antolini. Pensando que quiere tener sexo con él, se excusa y se va del apartamento.

Holden va al colegio de su hermana y espera hasta que sea la hora de su salida. Cuando Phoebe sale se van a dar un paseo en el cual Holden le cuenta su deseo de irse al otro lado del país en autostop y empezar una vida nueva. Su hermanita le pide ir con él a lo que Holden se niega, pero convencido por su hermana decide no huir. Luego lleva a su hermana a un tiovivo en donde la observa montar en un caballo.

La novela termina de forma enigmática, Holden parece narrar que fue internado en un psiquiátrico (de donde cuenta su historia) aunque no lo indica claramente. Finalmente comenta que pronto va salir e ir a un nuevo colegio y que se encuentra mucho mejor

Carnets dijo...

Pienso en la obra de Musil, el hombre, qué hay de él cuando se lo despoja de atributos, de situación, de fin, de historia.

Un ser sin cualidades ni características particulares. Así es el célebre protagonista de la monumental e inacabada novela de Robert Musil El hombre sin atributos, una metáfora de la quiebra del Imperio Austrohúngaro y de la frágil condición moderna. Con todo, esa misma condición puede rastrearse en lo que algunos maestros budistas del siglo IX llamaban el "hombre verdadero sin situación", un ente marginal y carente de esencia fija y de definición cerrada.

Un día, a mediados del siglo noveno,en el noreste de la China, en el monasterio que dirigía Lin Tsi, el maestro de la secta budista T ch'ang (en japonés zen,ambas pronunciaciones locales del sánscrito Dhyâna, "meditación"), subió a la cátedra y dictó la más célebre de sus lecciones: "Sobre vuestro conglomerado de carne roja hay un hombre verdadero sin situación, que sin cesar entra y sale por las puertas de la cara. ¡A ver qué opina de esto alguno que no haya hablado todavía!'. Uno de los monjes salió del grupo y preguntó cómo era el hombre verdadero sin situación. El maestro bajó de su banco de meditación y atrapando al monje e inmovilizándolo, le ordenó: '¡Dilo tú mismo, dilo!'. El monje vaciló. El maestro lo soltó y dijo: 'El hombre verdadero sin situación es un montoncito cualquiera de excremento'. Y se volvió a su celda".

Genealogía del hombre sin atributos.

"Toda definición de hombre verdadero sólo puede ser impropia, vil, sucia".

La expresión "un montoncito cualquiera de excremento" es en el original mucho más cruda y, para su publicación en este diario, ha sido sustituida por la presente, que aparece en otra versión de esta misma escena. El eminente sinólogo francés Paul Demiéville, traductor en 1977 de las Lecciones de Lin Tsi, comenta así la brutal comparación, que resulta todavía más sorprendente cuando sabemos que también se la utiliza a menudo para designar a Buda: "Toda definición del hombre verdadero sólo puede ser impropia, vil, sucia, puesto que por definición es lo que escapa a toda definición".

En lo referente al hombre verdadero sin situación, el profesor Demiéville ofrece el comentario siguiente: "La expresión hombre verdadero deriva directamente de los filósofos taoístas de la Antigüedad, aunque también haya sido utilizada para designar a Buda y al Arhat (el santo liberado) en las primeras traducciones chinas de los textos búdicos. La palabra situación se aplica en el vocabulario administrativo a la situación de un funcionario en la jerarquía oficial. Como esa jerarquía incluía a toda la élite social, que era la única que contaba en la antigua China, un hombre sin situación era un ente marginal, carente de estatuto, una entidad indeterminada. Es más o menos en el sentido de Lin Tsi que el novelista austriaco Robert Musil, que se interesaba tanto por Lao Tsé poco antes de su muerte trágica en 1942, concebía a su héroe como un hombre sin características particulares, Der Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin atributos en la traducción castellana)".

En la exacta referencia que antecede, hay un solo error: la muerte de Musil fue tal vez prematura (tenía 61 años) pero no trágica. Su mujer, Martha Marcovaldi, la cuenta así en una carta: "Después de una mañana tranquila, pasada en parte en su mesa de trabajo y en parte en el jardín, subió la escalera que conducía al baño diciendo: 'Voy a darme un baño antes de almorzar'. Y mientras se desvestía, durante un ejercicio físico o simplemente a causa de un movimiento brusco fue derribado por un ataque. Unos minutos después de que subió, abrí la puerta del baño para llamarlo y lo encontré sin vida. Era imposible admitir que estuviese muerto, a tal punto parecía vivo con su aire de sorpresa irónica en la cara".

¡Qué bien le cuadra esa muerte al discreto mentor del hombre sin atributos! Morir, podría decirse, en plena salud, y experimentar no temor sino una sorpresa irónica ante la irrupción imprevista de la muerte, es tal vez la confirmación irrefutable de sus teorías. Porque el hombre sin atributos es aquel que, desembarazándose de todas las convenciones, las posturas sociales, los contenidos intelectuales o morales, las máscaras identitarias, los sentimientos y emociones calcados de los que difunde el medio ambiente, la sexualidad canalizada por los diques de lo socialmente permitido, volviendo al grado cero de la disponibilidad, construirá su vida oponiéndose a todo automatismo y a todo lugar común de la inteligencia, de la vida afectiva y del comportamiento.

En el Imperio Austrohúngaro declinante, agobiado por las pomposas pretensiones de la Corte y por las constantes reivindicaciones del archipiélago de pequeñas y grandes naciones y culturas que lo componían, ser un hombre sin atributos, reivindicar sólo la propia disponibilidad, sin previas adhesiones obligatorias a supuestas causas, sagradas o no, a determinadas normas de conducta, dictadas de una vez y para siempre y destinadas a regir la sucesión de generaciones fugitivas, supuestamente idénticas unas de otras, representaba no una forma de egoísmo o una manera de volverle la espalda a la realidad, sino una sana desconfianza hacia lo consabido, lo no reflexionado, lo impuesto por la inercia aplastante del mundo.

Musil nació en una pequeña ciudad austriaca en 1880. Destinado a una carrera militar o científica, poco a poco fue abandonándolo todo, a pesar de perspectivas prometedoras en sus otras actividades, para dedicarse enteramente a las letras. Y aunque escribió varios magníficos relatos, una obra de teatro, algunos ensayos minuciosos y un apasionante diario íntimo, podría decirse que también abandonó la literatura entregándose por completo a la redacción de El hombre sin atributos, novela que le llevó casi treinta años de su vida y que quedó inconclusa. Los únicos dos volúmenes que publicó en vida, en 1930 y en 1933, tuvieron un gran éxito de crítica pero no se vendieron, el segundo sobre todo, cuya aparición coincidió con la llegada de Hitler al poder. Musil, que estaba en Berlín en ese momento, emigró primero a Viena y después a Zúrich y a Ginebra, donde vivió en la miseria hasta su muerte en 1942. En 1938, los nazis incluyeron sus libros en la lista de obras "indeseables y nocivas" y las prohibieron en Alemania. Pero en el año 2000, una encuesta entre los principales críticos literarios de Alemania demostró que una importante mayoría de entre ellos consideraba El hombre sin atributos como la más importante novela del siglo XX escrita en alemán.

Ulrich, el protagonista, no tiene nada de un aventurero o un sensualista que quisiese gozar indefinidamente de nuevas experiencias a la manera de los decadentes de finales del siglo XIX. Es un espíritu racional, sistemático, amable y jovial. Su vida transcurre en el marco de una banal existencia burguesa. El único acto verdaderamente transgresivo es su relación amorosa con su media hermana, que, a medida que avanza la novela, va transformándose en el elemento simbólico de una vida sistemáticamente dirigida a trascender las convenciones exorbitantes que el mundo impone a los individuos.

El hombre verdadero sin situación del enérgico maestro Lin Tsi, retorna entonces inesperadamente en nuestro tiempo en la gran novela de Robert Musil. Pero, en otro registro, también podrían representarlo a su manera esas hilachas de hombres que son los personajes de Samuel Beckett. En todo caso, está presente en las reflexiones actuales sobre la crisis y el estatuto del sujeto, y en la desconfianza de algunos hacia todas aquellas ideologías que exaltan, sin mayores precisiones, los méritos discutibles del concepto de identidad.

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