28 de marzo.
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Repito a baja voz. Hambre que viene de un amor que es recurrencia a un impuro origen.
Recuerdo luego ritmos de Pascal Quignard.
Escribo siempre desde el fin inminente. No puede ser de otra manera.
Miro -por última vez- el ocaso. Lágrimas en los ojos, deslizándose en las mejillas, en los labios.
El día es algo que muere.
Hay un secreto, el más grave. El amor fue sólo guerra predatoria; las uniones sexuales son carnívoras. La noche no apunta hacia el día.
Cerramos los ojos en el clímax, soñando que la noche no muere.
La noche es un mundo.
2 comentarios:
Escribir entradas (importaciones) como textos semejantes en su tono y extensión a los de Duras.
Ella decía que recordaba el miedo. Como se acordaba de la piel, de su suavidad. De
ésta, ahora, asustada.
Con los ojos cerrados ella tocaba esa suavidad, tocaba el color dorado, la voz, el
corazón que tenía miedo, todo el cuerpo retenido encima del suyo, a punto de poner fin
a la ignorancia de ella convertida en su niña. La niña de él, del hombre de China que
calla y llora y que lo hace con un amor temible que le arranca lágrimas.
El dolor llega al cuerpo de la niña. Al principio es vivo. Luego terrible. Luego
contradictorio. Como ninguna otra cosa. Ninguna: es en efecto en el momento en que
ese dolor se hace insoportable cuando empieza a alejarse. Cuando cambia, cuando se
vuelve tan bueno como para gemir, como para gritar, cuando se apodera de todo el
cuerpo, de la cabeza, de toda la fuerza del cuerpo y de la cabeza, y también de la del
pensamiento, vencido.
El sufrimiento abandona el cuerpo delgado, abandona la cabeza. El cuerpo queda
abierto hacia el exterior. Ha sido franqueado, sangra, ya no sufre. Ya no se llama dolor,
se llama tal vez morir.
Y luego este sufrimiento abandona el cuerpo, abandona la cabeza. Abandona
imperceptiblemente toda la superficie del cuerpo y se pierde en una felicidad todavía
desconocida de amar sin saber.
Los conflictos:
-Eva inculca el sarcasmo a Magdalena; le indica el vientre de las hembras, le dice que la carne es asociada a ellas. Que el hombre se ha privilegiado mediante discursos (de lo que es la religión del señor, la producción mecánica, el sexo genital o la penetración, la pureza, la dureza y la resistencia).
-Magdalena seduce hombres, les marca la carne, emplea sarcasmo, sigue el proyecto enunciado por Eva. Lee en las tardes (en que va a la biblioteca)y en las noches. La exposición de los cuerpos queda a plena luz, como parte de la enseñanza (con el liceo). Apuntará a la mentula (el pene fláccido), el que será la imagen de lo enjuto, de la debilidad del macho (de su miembro viril).
-Ignacio vive una dualidad. Ignacio deja a quien lo ama. Escribe, renuncia a su historia. La entrega. Nunca se despide. Busca el reencuentro sin despedida.
Se instala y se paraliza en la seducción, depurándose por la kátharsis cómica: distancia del yo y acoplamiento a lo opuesto (denuncia de las falsas oposiciones o discriminaciones).
Ignacio interpreta textos referentes: Magdalena, Jesús, Pedro, la búsqueda previa al amor:
engarza el hambre con la fragilidad y lo trascendente.
-Pedro quiere alcanzar el amor por gracia.
-Carlos está atrapado en el dilema del narcisismo y del padre-castrador.
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