28 de marzo.
Pensar que amo. Que amamos.
El tiempo del amor. Ese punto, ese instante límite, en que saltando de una aeronave, hay que detonar el paracaídas. Se está entre volar y la caída libre, sin poder hablar, sin siquiera saber por qué.
Entre quedar a resguardo y el lugar del accidente.
Amo sólo si renuncio a la respuesta. Amar es suplicar.
Amor, pregunta inscrita en el cuerpo.
¿Y quién escribirá sobre el amor? No yo. Yo amo. -Así jugaba a decir Alejandra-.
¿Entonces te darás al amor? -me preguntó-.
No yo. Nadie puede dar sino lo que tiene.
Tarde llegó la fe en el amor.
Puesto que ya hay hambre.
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