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28 de marzo.
Observar en la distancia y acercarse. Aproximar la piel del propio rostro a otro rostro. Después, adjuntar el oído al cuerpo que se ama mientras duerme. Sentir su leve aliento rozar la propia mejilla.
Llorar perdiendo la razón, sin saber por qué.
Eso es ser testigo del hambre.
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