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23 de marzo.
***
Soñaré con un vientre.
Soñaré conmigo en un vientre.
Soñaré estallar en un vientre.
***
Sueño con saciar el hambre de otro.
Darme hasta que duela: por palabras, por la piel, por eso que pudiera ser "alma" en mí, por eso que podría hacerme arrastrarme de vergüenza. Entregarme, Estragarme. Restregarme contra cuerpos anónimos hasta morir de desnudez y frío. Hasta ser de las bestias alimento. Morir de inanición mientras sonrío.
***
Sueño que me besan, que me lamen, que me comen.
Con una sola condición: nadie que recuerde lo que fui.
***
Sueño con besar a mi madre.
Sueño con vengar a mi madre.
Sueño con patear el vientre de mi madre, antes de que nazca yo.

4 comentarios:

Carnets dijo...

Somos del mismo material del que se tejen los sueños.

Lucretius llamó a ese material "simulacra"(simulacros).

Un cuerpo entregado a los sueños.
Eso es lo que vive quien descree de pronto de esa fe que mueve a las caricias.

Carnets dijo...

Ella, quien me acompaña, cuando me descubro en la brutalidad, justo en cuanto niego de mí todo lo que mueve al suicidio.

Si hubiera dios, me mataría.
Pero todas mis palabras van a dios...

Ella, Marguerite Yourcenar, me dice:
"La indiferencia ignora; el amor sabe; deletrea la carne. Hay que gozar de un ser para tener ocasión de contemplarlo desnudo. Ha sido preciso que yo te ame para llegar a comprender que la más medocre o la peor de las personas humanas es digna de inspirar allá arriba el sacrificio de dios".

Carnets dijo...

Lo que ella dijo del "padre", él lo ha dicho de dios.
"Prefiero que no exista a que esté ausente".

Mientras yo respiro a dios desde su ausencia.

Sólo tengo de dios la nostalgia de dios.

Dios es lo que pide el hambre.

Nada hay en eso de humano, de inmortal; tampoco de bondad ni de pureza.

Puesto que nada sé de dios, sueño que dios es lo que se sacrifica solo y sin sentido.

Kirilov, Christós.
Alguien que describe esta obra.

Carnets dijo...

Quizás estaba errado el griego Aristotéles.
Él escribió una primera constatación del pensamiento: eidénai oregóntai phýsei.
Los hombres no sentimos hambre de aprehender la esencia de las cosas.

El hambre es algo más intenso. Tal es el supuesto trágico.
El hambre pide desentrañar lo que mueve a vivir cuando se vive totalmente desprovisto de sentido.

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