22 de marzo.
7- Debería tratarse del placer: placer del cuerpo, placer del juego, placer de vestirse, vestirse de igual modo o vestirse de otra manera, placer a veces de disfrazarse, placer de descubrir, de imaginar, placer de encontrar otra cosa, placer de cambiar.
Eso se denominaría moda: una manera de gozar, la sensación de una pequeña fiesta, de un despilfarro; algo fútil, inútil, gratuito, agradable. Se inventaría un plato, un gesto, una expresión, un juego, un traje, un lugar de paseo, un baile, se compartiría ese invento, sen compartirían los inventos de los demás: eso duraría horas o meses; uno se cansaría o fingiría cansarse; se repetiría o no se repetiría. Sería como en la escuela durante los recreos: venían las carreras, luego la pelota, luego las canicas, luego la orquesta con peines y papel higiénico, luego las colecciones de envases de cigarrillos.
Pero no se trata de eso, por cierto. En absoluto. Aun antes de comenzar a hablar de la moda, antes incluso que los hechos de moda sean alumbrados por las luces más o menos irisadas de las diversas ideologías contemporáneas, ya sabemos que no se tratará de eso.
La moda, sin embargo, habla de capricho, de espontaneidad, de fantasía, de invención, de frivolidad. Pero son embustes: la moda está totalmente de parte de la violencia: violencia de la conformidad, de la adhesión a modelos, violencia del consenso social y de los desprecios que éste disimula.
8- De todos modos el alma es un secreto. Lo que se muestra es un cuerpo. Lo que se cela es un alma. Un hombre que dice su nombre secreto no tiene más alma.
La lengua aporta con ella la posibilidad de callarse, de rechazar expresarse…
El alma define el secreto del cuerpo.
9- La gente duerme de día, ama de día. Los durmientes acostados al aire libre parecen suicidas; los amantes son como perros que copulan al sol. Los corazones están tan secos como los campos; el corazón del nuevo rey está tan seco como la roca. Tanta sequedad llama a la sangre. El odio infecta las almas; las radiografías del sol roen las consciencias sin reducir su cáncer.
10- Poco antes de enredarse con Julio, Emilia había decidido que en adelante follaría, como los españoles, ya no haría el amor con nadie, ya no tiraría o se metería con alguien, ni mucho menos culearía o culiaría. Éste es un problema chileno, dijo Emilia, entonces, a Julio, con una soltura que sólo le nacía en la oscuridad, y en voz muy baja, desde luego: Éste es un problema de los chilenos jóvenes, somos demasiado jóvenes para hacer el amor, y en Chile si no haces el amor sólo puedes culear o culiar, pero a mí no me agradaría culiar o culear contigo, preferiría que folláramos, como en España.
Por entonces Emilia no conocía España. Años más tarde viviría en Madrid, ciudad donde follaría bastante, aunque ya no con Julio, sino, fundamentalmente, con Javier Martínez y con Ángel García Atienza y con Julián Alburquerque y hasta, pero sólo una vez, y un poco obligada, con Karolina Kopec, su amiga polaca. Esta noche, esta segunda noche, en cambio, Julio se transformó en el segundo compañero sexual de la vida de Emilia, en el, como con cierta hipocresía dicen las madres y las sicólogas, segundo hombre de Emilia, que a su vez pasó a ser la primera relación seria de Julio. Julio escabullía las relaciones serias, se escondía no de las mujeres sino de la seriedad, ya que sabía que la seriedad era tanto o más peligrosa que las mujeres. Julio sabía que estaba condenado a la seriedad, e intentaba, tercamente, torcer su destino serio, pasar el rato en la estoica espera de aquel espantoso e inevitable día en que la seriedad llegaría a instalarse para siempre en su vida.
Eso se denominaría moda: una manera de gozar, la sensación de una pequeña fiesta, de un despilfarro; algo fútil, inútil, gratuito, agradable. Se inventaría un plato, un gesto, una expresión, un juego, un traje, un lugar de paseo, un baile, se compartiría ese invento, sen compartirían los inventos de los demás: eso duraría horas o meses; uno se cansaría o fingiría cansarse; se repetiría o no se repetiría. Sería como en la escuela durante los recreos: venían las carreras, luego la pelota, luego las canicas, luego la orquesta con peines y papel higiénico, luego las colecciones de envases de cigarrillos.
Pero no se trata de eso, por cierto. En absoluto. Aun antes de comenzar a hablar de la moda, antes incluso que los hechos de moda sean alumbrados por las luces más o menos irisadas de las diversas ideologías contemporáneas, ya sabemos que no se tratará de eso.
La moda, sin embargo, habla de capricho, de espontaneidad, de fantasía, de invención, de frivolidad. Pero son embustes: la moda está totalmente de parte de la violencia: violencia de la conformidad, de la adhesión a modelos, violencia del consenso social y de los desprecios que éste disimula.
8- De todos modos el alma es un secreto. Lo que se muestra es un cuerpo. Lo que se cela es un alma. Un hombre que dice su nombre secreto no tiene más alma.
La lengua aporta con ella la posibilidad de callarse, de rechazar expresarse…
El alma define el secreto del cuerpo.
9- La gente duerme de día, ama de día. Los durmientes acostados al aire libre parecen suicidas; los amantes son como perros que copulan al sol. Los corazones están tan secos como los campos; el corazón del nuevo rey está tan seco como la roca. Tanta sequedad llama a la sangre. El odio infecta las almas; las radiografías del sol roen las consciencias sin reducir su cáncer.
10- Poco antes de enredarse con Julio, Emilia había decidido que en adelante follaría, como los españoles, ya no haría el amor con nadie, ya no tiraría o se metería con alguien, ni mucho menos culearía o culiaría. Éste es un problema chileno, dijo Emilia, entonces, a Julio, con una soltura que sólo le nacía en la oscuridad, y en voz muy baja, desde luego: Éste es un problema de los chilenos jóvenes, somos demasiado jóvenes para hacer el amor, y en Chile si no haces el amor sólo puedes culear o culiar, pero a mí no me agradaría culiar o culear contigo, preferiría que folláramos, como en España.
Por entonces Emilia no conocía España. Años más tarde viviría en Madrid, ciudad donde follaría bastante, aunque ya no con Julio, sino, fundamentalmente, con Javier Martínez y con Ángel García Atienza y con Julián Alburquerque y hasta, pero sólo una vez, y un poco obligada, con Karolina Kopec, su amiga polaca. Esta noche, esta segunda noche, en cambio, Julio se transformó en el segundo compañero sexual de la vida de Emilia, en el, como con cierta hipocresía dicen las madres y las sicólogas, segundo hombre de Emilia, que a su vez pasó a ser la primera relación seria de Julio. Julio escabullía las relaciones serias, se escondía no de las mujeres sino de la seriedad, ya que sabía que la seriedad era tanto o más peligrosa que las mujeres. Julio sabía que estaba condenado a la seriedad, e intentaba, tercamente, torcer su destino serio, pasar el rato en la estoica espera de aquel espantoso e inevitable día en que la seriedad llegaría a instalarse para siempre en su vida.
4 comentarios:
Leyendo de Alejandro Zambra, encuentro esto.
Conocida es la teoría de que las ficciones esconden una verdad secreta, en tanto ayudan al ser humano a transformar su realidad, no cambiándola de modo literal, sino transformándola en el plano de las emociones y fantasías de quien las lee.
En el ensayo “La verdad de las mentiras” Mario Vargas Llosa expone con claridad estos planteamientos y señala que la ficción enriquece y completa la existencia, en tanto esta se expresa como una carencia y en tanto la condición propia de los hombres es la de desear y soñar aquello que no se puede ser.
...Cito.
Digo esto sólo para enfatizar que no se parece demasiado a nadie, y ese es, finalmente, el motivo principal para leerlo.
No se escribe un libro si no se es a un tiempo quien lee, quien resume y presenta sinopsis, quien critica, quien conecta la intertextualidad, quien filosofa a partir de citas, quien abandona el libro, quien lo cuestiona, quien lo trasciende.
Soy el crítico, el teórico, el irónico, el aprendiz, el indiferente, el escéptico de lo que escribo.
¿Y qué es el amor?
El lado luminoso de la muerte que separa a dos que se buscan.
Nota: recuerdo textos de Duras y de Blanchot.
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