20 de marzo.
Desde esta tarde describo parte de un proceso de escritura.
Un destello. Lo que deja escapar el secreto. Lo menos furioso. Lo que alcanzan las palabras.
El primer movimiento: HAMBRE DE UN AMOR IMPURO. Sólo un tentativo título.
Decir con palabras el primer temblor:
"El amor es un castigo. Somos castigados por no haber podido quedarnos solos".
Un segundo temblor.
Desear es un verbo incomprensible. Es no ver. Es buscar. Es lamentar la ausencia.
Desear es convertirse por entero a la espera, al anhelo, al ensueño.
El vocablo castellano desear se ha derivado de un término latino desiderare, pendiente a su vez de un sidus (astro). Siderare y desiderare: imágenes. El astro resplandece y se oculta. Brillar y ocultarse, indican los infinitivos verbos.
En un antiguo dialecto romano, lo desastroso era, en su origen, lo nacido bajo una mala estrella.
Donde el deseo, el desastre.
Desear era pender del astro que se oscurece. Orientarse por la estrella perdida...
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Hace 11 años
1 comentarios:
En esta entrada 1.
Hay referencias a dos textos.
-de Marguerite Yourcenar, se le encuentra en Feux (1974).
Cuando he escrito: "El amor es un castigo. Somos castigados por no haber podido quedarnos solos".
-a un texto de Pascal Quignard. Se le encuentra en Vie secrète, p. 173 (folio)
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